
Carl R. Rogers
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Origen de la Psicologia Humanista
La psicología humanista surgió a mediados
del siglo XX, en respuesta a la visión reduccionista y mecanicista
del ser humano que proporcionaban las dos corrientes psicológicas
dominantes: el conductismo, que se centraba excesivamente en lo
científico, y el psicoanálisis, que ponía el
énfasis en lo negativo y patológico de la persona.
El movimiento humanista, en cambio, contempla al ser
humano en su totalidad, y confía en sus posibilidades de
desarrollo, basadas en la conciencia y la responsabilidad de su
experiencia vital. Considera que ese es su principal potencial interno
de transformación. De este modo, contribuye a humanizar la
psicoterapia.
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Pirámide de necesidades (Maslow).
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Psicoterapia Humanista
La psicoterapia humanista te permite profundizar en
tus conflictos personales, poner conciencia en las dificultades
y desarrollar tus propios recursos para afrontarlas.
Su objetivo es integrar todos los aspectos de tu personalidad,
con el fin de que llegues a ser lo que eres, en lugar de que pretendas
ser lo que no eres: lo que te gustaría ser, o lo que crees
que deberías ser.
Es un proceso impulsado por tu voluntad de ver y tu
voluntad de sanar. Una oportunidad para que, de forma activa y responsable,
explores los problemas que aparecen en tu vida.

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La relación terapéutica humanista
Una de las características de las psicoterapias
humanistas es la actitud del terapeuta: empática, con coherencia,
autenticidad, conciencia y responsabilidad. Esta es la base para
que el encuentro interpersonal se convierta en una relación
terapéutica.
La presencia del terapeuta te proporciona un espacio
seguro, en el que puedes poner palabras a lo que te sucede y sentir
cómo te afecta.
El terapeuta no te dirige con consejos, interpretaciones
o pautas de modificación de conducta, sino que te apoya y
te acompaña en el proceso que estás viviendo.
- Te escucha sin juicios ni valoraciones, y
profundiza junto a ti en los problemas, respetando tu propio
ritmo.
- Te acompaña en los momentos difíciles,
mientras exploras tus emociones, recursos y creencias, y encuentras
tu propio significado a lo que te sucede.
- Te señala lo que forma parte de tu
experiencia presente, y que tú, por ti mismo, no eres
capaz de ver.
- Te apoya para que, al poner conciencia en
lo que haces y en cómo y para qué lo haces, puedas
descubrir aspectos de ti mismo que te mantienen en una situación
de sufrimiento, desarrolles tus capacidades personales y encuentres
tu propia forma de resolverlo, cambiarlo o aceptarlo.

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El proceso terapéutico humanista
Esta actitud no directiva del terapeuta facilita que
el proceso vaya transcurriendo, sin interferencias, por donde tenga
que ir, llevándote a tomar contacto con tus auténticas
necesidades, que tal vez creías inexistentes o tenías
olvidadas.
El proceso terapéutico te permite conocerte
mejor, ampliar tu capacidad de darte cuenta, e integrar tus experiencias
dolorosas.
El propósito es que consigas sentir, pensar
y actuar de una forma armónica e integrada, relacionarte
con autenticidad, crecer como persona, evolucionar hacia el autoapoyo,
afrontar los problemas con madurez, y vivir con más conciencia.
En definitiva, asumir la responsabilidad de tu propia
vida. Esto supone:
- Dejar de repetir los comportamientos que
te hacen daño a ti o a los demás.
- Aceptarte como eres, sin exigirte ser lo
que no eres.
- Empezar a quererte un poco más, para
que puedas querer más a los demás.
- Curar tus heridas y poder mirar al pasado
sin rencor.
- Escuchar los mensajes del cuerpo, cuidarle
y tratarle con respeto.
- Empezar a tomar tus propias decisiones, y
dejar atrás los reproches hacia quienes no te enseñaron
a hacerlo.
- Saborear la vida tal y como se presenta,
en lugar de dejarla pasar porque no es como a ti te gustaría
que fuera.
- Disfrutar de las relaciones, el conocimiento,
la sabiduría, el amor… la vida.
- Tener la libertad de ser.
Vivir con más conciencia es la clave
para afrontar el sufrimiento, encontrar nuevas respuestas a los
problemas y recuperar la armonía. Es descubrir, en cada circunstancia,
un lugar desde el que mirar con el corazón a la vida, a los
demás y a ti mismo.
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