No necesito un terapeuta. Me basta con pedir consejo a alguien próximo |
Cuando sientes insatisfacción en tu vida, es habitual buscar apoyo en las personas próximas y compartir con ellas lo que te sucede. En muchas ocasiones, esto puede ser suficiente para que puedas recobrar la serenidad. Pero cuando el mismo problema se repite continuamente o las emociones son intensas, puede que por más que evites la situación o hables con unos y con otros, no consigas que desaparezca la insatisfacción. En este caso, tal vez haya algo más que te está impidiendo ver. Algo que la conversación con un familiar o un amigo no basta para que puedas comprender. Cuando no consigues ver algo por ti mismo, suele ser porque lo que te lo impide afecta a las defensas que construiste en su día para protegerte del dolor. Entonces, nada de lo que llega del exterior te sirve, porque el conflicto está dentro de ti. Por eso, cuando algo está grabado profundamente, no sirve de nada que alguien te razone o te dé explicaciones de lo que te pasa o te diga lo que tienes que hacer, sino que es preciso que tomes conciencia de ello, poco a poco, por ti mismo. No se trata de encontrar la salida del laberinto, sino de ser consciente de cómo la visión que tienes de ti mismo y de lo que sucede puede estar interfiriendo con tu visión clara del problema e incluso puede formar parte del problema. Mediante el proceso terapéutico puedes poner más conciencia en lo que está ocurriendo y encontrar el apoyo necesario para ir superando los obstáculos que te impiden contactar contigo mismo y ver sin distorsiones la realidad. Un terapeuta humanista escucha de una forma diferente a como lo hace un amigo o un familiar. Su trabajo personal le permite estar junto a ti con una atención consciente, necesaria para tener una presencia empática y mantener una mirada amplia sobre lo que está sucediendo.
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