¿Qué características tiene cada tipo de terapia?

Al profundizar en sus características, podemos distinguir dos grandes tipos de proceso, basados en dos formas muy diferentes de mirar al cliente: los procesos en los que el cliente va a hacer y los procesos en los que el cliente va a ser.

  • Los procesos para hacer te proporcionan soluciones externas, basadas en el aprendizaje y el entrenamiento conductual y mental. Tratan de aliviar el malestar mediante técnicas científicas de modificación del comportamiento o de reestructuración de tu forma de pensar. Pueden ser un recurso temporal, dirigido a solventar los problemas superficiales, pero al no profundizar en tu vivencia interior, tu conciencia no llega a contactar con la raíz de los conflictos emocionales no resueltos. Perpetúan la inmadurez infantil, pues en lugar de promover el crecimiento y la búsqueda de respuestas por parte del propio cliente, el terapeuta actúa como un padre o una madre ideal que dirige tu proceso y te dice lo que tienes que hacer para contrarrestar los síntomas de tu sufrimiento. En este tipo de procesos, el terapeuta es el que sabe y el cliente va para recibir de él sus pautas y consejos, es decir, a hacer lo que él le diga.
  • Los procesos para ser te conectan con tu propia responsabilidad en tu proceso vital y con tus necesidades de crecimiento, desarrollo y madurez. En ellos, desarrollas tus propias capacidades y soluciones internas, basadas en la conciencia. Profundizan en la naturaleza de lo que está sucediendo en tu vida. Te permiten afrontar los asuntos inacabados que están obstaculizando tu proceso autorregulador. Dirigen tu mirada hacia tu interior, para que conectes con tus necesidades reales internas y las puedas diferenciar de los deseos externos irreales o inalcanzables que interfieren con ellas. Te permiten profundizar en el origen del sufrimiento, y con ello te aportan la posibilidad de afrontarlo de una forma realista. Te orientan hacia la madurez, dejando atrás la posición infantil ante la vida, pues el terapeuta es un acompañante atento que respeta tu proceso, comparte contigo las incertidumbres y alegrías de tus descubrimientos internos, y te apoya para que los vivas con más conciencia, para que tú mismo crezcas y desarrolles la capacidad de afrontar tu sufrimiento y recuperes la armonía y el bienestar. En este tipo de procesos, el cliente es el que sabe, y el terapeuta le acompaña y le apoya para que contacte con su sabiduría interior. El cliente no viene a hacer, sino a ser: a descubrir lo que es y a dejar de querer ser lo que no es. Esto es lo terapéutico.

 

 

  

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